miércoles, 30 de marzo de 2011

NO TENGO OBLIGACIÓN

No tengo la obligación de sonreír, pero sonrío, porque me alegro la vida, y de vez en cuando también alegro la de otros.

No tengo la obligación de creer en la gente, de tener fe en las personas y sin embargo la tengo. Pensar que el otro es bueno hasta que demuestre lo contrario es idealista en estos días, pero así soy, no hay más.

No tengo la obligación de respetar a todos y tratarlos con consideración y educación, pero lo hago porque la condición de ser humano ya lo merece, aunque el otro no haga nada para ganárselo.

No tengo la obligación de creer en la familia, pero lo hago porque sólo aprendí eso en mi casa, el ejemplo fue tan sólido que nunca dejaré de hacerlo.

No tengo la obligación de creer en la amistad, pero creo porque las alegrías y las tristezas tienen sentido si las compartes con alguien, porque mis amigos siempre me han acompañado, y porque me encanta acompañarlos.

No tengo la obligación de tratar de aprender siempre, pero lo hago porque si no es así… me aburro y muero intelectualmente.

No tengo la obligación de cantar en la ducha y en el coche, pero canto porque con ritmo todo se lleva mejor.

No tengo la obligación de amar la playa y nutrirme de ella, pero lo hago porque si no es de esa manera siento que me seco por dentro.

No tengo la obligación de ver la luna, ni de correr al aire libre, ni de disfrutar de la comida tanto, pero lo hago porque de ello se alimenta el cuerpo y el alma.

No tengo la obligación de compartir momentos y divertirme con los que quiero, pero sin ello la vida no tendría sentido.

No tengo la obligación de creer en Dios y en la Virgen, pero lo hago porque vivir sin fe y sin certezas es algo muy triste y que te deja sin norte.

No tengo la obligación de creer en mí, pero creo  porque sólo yo soy responsable de mi vida.

No tengo la obligación de creer en el amor…pero sé que algún día volveré a hacerlo.

2 comentarios:

Unknown dijo...

No es obligación, es la naturaleza de una persona tan bella como tú! LOL! xx

Susana dijo...

Piensa que es como el cofre de un tesoro de un barco que acaba de naufragar, que va cayendo, sumergiéndose lentamente en el fondo del mar, meciéndose por las corrientes y de golpe un buzo, antes de q toque el suelo, lo toma y lo saca a la superficie...
Tienes que ser como el mar, Nancy, tus corrientes emocionales a veces serán revueltas, otras calmadas e incluso al entrar distintas en contacto harán remolinos que lo engullan todo, pero en superficie eres uniforme, sobre todo desde lejos, lo interesante es sumergirse en él... y no todo el mundo puede.