lunes, 30 de agosto de 2010

VIVIR y MORIR EN PARÍS.


Hace unos días, en mi última visita a París, hice una de las cosas que más me gusta, los que leen mi blog y los que me conocen saben que me encanta ir a museos. Pues allí y en el Museo de Orsay, que era una de mis asignaturas pendientes a este respecto, estuve reflexionando  sobre algo que llamó mi atención, pero que no me pareció raro.

El Museo de Orsay es, ante todo, un museo del Arte Impresionista y de  todas las tendencias que le siguieron y acompañaron: Postimpresionismo, Expresionismo, Simbolismo, Naturalismo, Realismo y toda esa maravillosa parte del arte que va desde mediados del s XIX, hasta la primera mitad del  XX (Ainnnsss que bonito, por un momento me transporté a las aulas del Colegio donde impartía clases de Arte). Pues eso, que allí observando maravillosos cuadros, he de confesar que el Impresionismo es una de las tendencias del arte que más me gusta, por algo mi cuadro favorito es “La noche estrellada” de Van Gogh…!Ay! que me pierdo, decía que allí estaba yo observado aquello que me gusta tanto y leyendo la información de los cuadros, cuando algo llamó mi atención.

Me di cuenta que casi todos los artistas franceses de esa época nacían en distintas partes de Francia, pero morían en París. Nada raro si se piensa en la efervescencia cultural de París para el momento. Indudablemente, si eras artista debías ir a la metrópoli  a darte a conocer, y no sólo pasó con los artistas franceses; pintores, escultores, músicos, escritores de todo el mundo fueron a vivir a París y algunos también a morir.

Al salir del Museo y seguir paseando hasta Notre Dame, seguí pensando en el tema, en como la gente busca su destino y en las ciudades en las que les toca vivir para perseguir sus sueños.  A mi lado pasaban los Monets y Renoirs corriendo hacía algún lugar a la orilla del río para pintar una escena, veía a Lautrec entrando en algún prostíbulo o bar para conseguir la materia prima de sus obras, o a Julio Cortazar sentado en un café pensando en su Rayuela.

París es maravillosa, bellísima, un paraíso de cultura y moda. Creo que me da la misma sensación de felicidad entrar al museo de Louvre o de Orsay, que entrar en  la tienda de Louis Vuitton de Champs Elysees, con sus 3 plantas llenas de arte también. Ese arte, el que sea, ha atraído a millones hasta   “La ciudad de la Luz”  tan fascinante, cosmopolita y artística.

Todos deberíamos hacer como esos artistas, buscar la luz, perseguir el sueño, aunque esté lejos y en otra cuidad. Yo lo estoy haciendo en mi querida  Madrid, o trato de hacerlo y no me arrepiento para nada, aunque a veces eche de menos a esa otra ciudad que me vio nacer y que fue mi preferida por mucho tiempo, lástima que ahora sea ese lugar invivible, “La ciudad más peligrosa del Mundo”. Mi Caracas…prefiero llamarla “La sultana del Ávila”  antes que se horrible epíteto que tiene ahora.

París, aún con sus días nublados, me dejó un dulce sabor en la boca, me recordó lo que persigo en mi cuidad escogida. De regreso a Madrid, reflexiono y escribo estas líneas y aunque no sé dónde quiero morir, si tengo seguro donde quiero vivir por ahora, luchar por ahora, amar por ahora.

domingo, 15 de agosto de 2010

A VECES...


A veces me provoca escribir lo que me sale del alma…pero me doy cuenta que es desnudarla y dejarla expuesta…más expuesta de lo que mi propia personalidad y existencia ya lo hacen…y me da miedo

A veces la luz que se cuela en mi habitación hiere mis pupilas cuando sólo quiero la obscuridad del sueño…para no recordar, para no pensar…pero en sueños también se presentan mis angustias y tristezas y me doy  cuenta que huir es inútil. Que despierta o dormida todo sigue allí y que hay que enfrentarlo…a veces

A veces me pierdo en mis nostalgias y regreso a un momento hace 7 años y me doy cuenta que ya ha pasado mucho tiempo y que llegó el momento de dejarlo ir. Que todas las veces que ha vuelto…se ha vuelto a ir. Que todas las veces me he permitido creer en que sería diferente y eso es sólo responsabilidad mía.

A veces me pregunto por que me entrego tanto a la gente, por qué creo y creo. Y me doy cuenta que es inútil luchar contra ello porque por más que me haya llevado decepciones…allí sigo Siempre igual. Y sé que es un problema de expectativas y paciencia…a veces hasta me doy cuenta de ello.

A veces quiero encontrarme frente a frente con esas dos personas que  me han hecho tanto daño y luego me da un miedo terrible.  A pesar de todo no son mis ex o los capullos con los que he salido los que me han hecho más dañó. Sólo guardo dentro de mí dos espinas clavadas perennemente. Dos amistades perdidas, porque sólo tienen esa capacidad de herirme la gente en la que he confiado ciegamente y que me ha traicionado. Sólo me han herido así porque les quise y confié en ellas como en nadie, por ello sus acciones llenas de rabia o egoísmo duelen tanto. A veces me pregunto si ese dolor pasará.

A veces, como hoy, me gana la tristeza, pero al poco tiempo vuelvo a sonreír, porque gracias a toda la gente que quiero y las bendiciones de mi vida, solo me pasa… a veces.