Hace poco, en un vuelo A Coruña – Madrid se sentó a mi lado una pareja de unos 60 -65 años. Tenían vuelo a Málaga y paraban en Madrid para transbordo.
Me llamó la atención que en el momento del despegue él le cogió la mano y así juntitos vivieron el momento. Yo, que cada vez le tengo más miedo a los despegues gracias al incidente de Spanair en Barajas y a algo que me comentó mi amigo C, ingeniero aeronáutico, me dio envidia de la buena aquel gesto.
Luego, a mitad de camino atravesamos turbulencias, otra vez la mano y cuando se me bajaron los colores en una sacudida, los dos con su carita de buenos, me preguntaron si estaba bien o mareada. Eran tan dulces, estaban tan juntitos y eso los hacía uno, los hacía valientes.
La vida, como los vuelos, es más fácil con un compañero al lado. Ése que te coja de la mano en los momentos de despegue, turbulencia o aterrizaje. Siempre he sido muy independiente, y tengo ya muuuuuchas horas de vuelo, pero no puedo negar la necesidad de alguien así que esté a mi lado… A BORDO.